domingo, 8 de marzo de 2015

Tarde de juegos

Aquella muchacha morena lo cautivó.
No podía expresarlo de otra manera. Tenía algo que la hacía diferente, y que desde que miró aquellos ojos lo cautivó. Pasó toda la tarde anterior y la mañana preparando algo divertido para hacer con ella. Pero... ¿Y si no se presentaba?¿Y si no volvía a verla jamás? Tampoco quería ilusionarse en vano. Así que decidió crear una tarde de juego con ella.
Estaba extremadamente nervioso y deseaba que llegasen las siete de la tarde. Las horas se le hacían eternas y estaba tan nervioso por volver a verla que llegó media hora antes de tiempo."Genial" pensó "me queda un buen rato por delante".
Sin embargo, su espera fue más corta de lo esperado. A las 19:45 una chica  salió de la nada. Era preciosa. Tenía el pelo marrón como el chocolate rizado y suelto, cayendo en bucles sobre su espalda. Llevaba una camiseta de tirantes y un pantalón corto con unas zapatillas de nudos. Supo que era ella nada más verla a lo lejos y se puso en pie como activado por un resorte.
Cuando llegó a su altura, estaba tan roja como los carteles de propaganda electoral, pero sus ojos estaban brillantes de la emoción.
-Hola chico de los recados- Dijo ella, mirando al suelo pero sonriendo
-Hola, chica de la libreta- Dijo él, improvisando.
(CONTINUARÁ)

Carrera de obstáculos

Tras tardar toda la tarde de el día anterior decidiendo si iría o no, tras pasar al teléfono con Norma hasta las 4 de la madrugada hablando al respecto, tras inventar una mentira lo suficientemente lograda como para que su madre la creyese, tras dos horas pensando qué sería más correcto llevar y tras unos cuantos trasbordos del tren, Rose llegaba a la puerta de Alcalá a las 18:45 justo cuando vió al chico de los recados esperando ya en la puerta del parque.

domingo, 27 de julio de 2014

La cita

Nada más abrir la puerta de casa, unos ladridos le recordaron que estaba de vuelta en casa. Había muchas cosas que echaba de menos de su tierra, pero lo que peor llevaba era el vivir en aquella caja de zapatos. echaba de menos su río, su cabaña, y su casa. Se había mudado a las afueras de Madrid a penas unas semanas atrás, y aún le costaba dormir.
Se había mudado allí por razones de peso y contra su voluntad. Todo serían cambios, pero ella no quería cambios. Así que decidió en vez de quejarse una y otra vez tomaría aquel cambio y le daría una vuelta de hoja. Escribiría cómo se sentía desde los ojos de otra persona. No sabía si se sentiría mejor  o no, pero la idea le gustaba. Y ahora que tenía el material perfecto en el que escribir, más aún.
Sin embargo, nada más comprar la libreta que le serviría de diario, un desconocido la había profanado escribiendo su teléfono en ella. Llevaba todo el camino de vuelta a casa pensando en cómo disimularía un número de teléfono. de echo, no sabía cómo de grande sería el estropicio. Si lo había puesto en pequeñito y sin apretar demasiado el lápiz lo podría borrar.
Se dirigió a su habitación y se cambió para estar más cómoda. Cogió la libreta, y  se sentó en el sillón más cómodo, La abrió por la primera página, pero no había nada. Tampoco en la segunda, ni en la tercera. Dió una pasada rápida y lo encontró. Hacia mitad de la libreta, una hoja estaba escrita. No era un teléfono como esperaba, sino una nota:

Querida Recién conocida:
Sé que mi nombre es un misterio para ti y que quizá sentías curiosidad por saberlo. Por ahora, seré el chico de los recados.
Sé que debería dejar  mi teléfono aquí y quedar a expensas de que tú quisiera llamarme o no. Sin embargo, para que sientas curiosidad por volver a verme te propongo un juego: Ven mañana a verme a la puerta de Alcalá a las siete de la tarde y te llevarás una sorpresa cuando me veas. 
Espero verte allí. Atentamente:
El chico de los recados

El corazón se le encogió, las manos le temblaron. ¿Una cita? ¿Cómo lo iba a explicar en casa? ¿Iba a ir o iba a ignorar la petición? y la mayor pregunta... ¿A qué se debía aquel interés por ella?
Se sentó en una caja que aún no había sido desembalada preguntándose con quién podía hablar de aquello. Allí no conocía a nadie aún pero.... ¿y si no era alguien de allí sino alguien lejano? "Suerte que las nuevas tecnologías existen" pensó a la vez que se abalanzó sobre su teléfono móvil y whatsappear con su mejor amiga:

tía
no te vas a creer lo que me acaba de pasar
Porque cariño? 
Tan mal te va por los madriles??
SI
pero... me ha pasado algo
iba camino de casa y he chocado con un chico repartidor o algo así
y... mira
OH MADRE MÍA!!!!
Qué vas a hacer????!!!!!!!
No lo sé...
No creo que vaya
Qué voy a decirle?
tienes que ir 
diviértete un poco ahora que yo no estoy contigo
;P;P;P
Lo pensaré...

Tras hablar con Norma la mente de Rose bullía como las ollas de sopa de su abuela. No sabía qué iba a hacer con el misterioso chico de los recados. Enterró el rostro en la almohada para intentar pensar mejor, pero no podía pensar bien. Lo primero que debía reflexionar era si realmente quería volver a verlo, y se dió cuenta que algo en su interior la empujaba a  ir a verlo otra vez. Sentía una inmensa curiosidad por saber su nombre, por saber quién era, porqué la había mirado de aquella manera que sentía que la estremecía. 
Pasó la tarde haciéndose preguntas mientras colocaba sus libros y sus objetos más preciados en las estanterías. A eso de las ocho y media su madre llegó a casa cansada de trabajar
-Rose, ¿estás aquí hija?
-Siiiiii mamá!! estoy en mi cuarto
Para esa hora, ya había tomado una decisión: DEBÍA IR


domingo, 29 de septiembre de 2013

Rose

Tras un rato paseando arriba y  abajo por la calle libreros, Rose había encontrado lo que buscaba. La calle libreros, antes muy populosa ahora apenas sí estaba frecuentada. Además, la temperatura en la calle a las doce del medio día de Agosto no incitaba a la gente a pasear. Sin embargo, ella estaba allí parada frente a un escaparate antiguo de madera. La tienda tenía en la puerta un rótulo blanco en el que rezaba  "Librería La Merced". Se veía pequeña en comparación con el resto.

-Buenas tardes, ¿puedo ayudarla en algo?

La dependienta de una pequeña tienda llevaba un rato observando a la extravagante joven que miraba su escaparate. Por eso cuando Rose se decidió a entrar por fin en la tienda, la señora que la regentaba no dudó en lanzarse a por la joven. Los meses de verano habían sido especialmente duros para el negocio. Los madrileños un año más realizaban el éxodo a las playas y los turistas... la verdad es que la gran "recesión" que azotaba desde hacía unos años al país además de las intensas olas de calor asfixiante provocaban que los turistas interesados en ver la cara, calurosa y asfixiante capital española se hubiesen reducido drasticamente. Eso, sin olvidar que el negocio ya no era lo que antaño. La pequeña librería que se había heredado en su familia durante generaciones ya no luchaba contra otras librerías más modernas de la calle,sino que luchaba por sobrevivir contra las grandes empresas como fnac. Esto, unido a la crisis del libro, que perdía importancia a favor de las nuevas tecnologías día si y día también hacía que la sombra del comercio "todo a cien" chino, japonés o coreano se cerniera sobre su negocio. Por eso, la atención de aquella joven por alguna de sus obras sería para ella como agua de Mayo y retrasaría un día más la venta.

-Lo cierto es que si. Verá estaría interesada en esa libreta que tiene en el escaparate.
-¿Esta de aquí?
-Si
-Es una auténtica obra de arte, ¿no cree? hija, estas libretas ya no se encuentran en los centros comerciales esos que utiliza ahora la gente. ¿Desea usted algo mas?
-No, gracias. Cuanto es?
-20,50€ por favor
-Tome
-Muchas... gracias por su compra - y añadió con felicidad al ver como la muchacha le daba el dinero con una sonrisa - Espero que vuelva usted pronto.
 Aunque no añadió que era probable que ya no existiera dicha tienda para cuando la muchacha volviera. Rose se despidió de ella y salió de la tienda. Su nueva adquisición era una delicada libreta en tonos verdes con sombras doradas. Una auténtica obra de arte.
Al llegar a la intersección con la calle flor alta, prestó atención por primera vez a los carteles electorales con los que habían empapelado la calle y le recordó vagamente a otros momentos de la historia: rojos y azules. Las elecciones municipales se acercaban, y nuevamente la elección de qué partido escoger. Cada cuatro años, esa pregunta asomaba por su corazón, esperando una nueva respuesta, un cambio real. Sin embargo, otra vez los mismos partidos, las mismas ideologías anticuadas e incompetentes que gobernaban a modo bipartidista como antaño. Los "buenos" y los "malos". Solo que aquí ninguno era bueno.
Sin darse cuenta, había dejado atrás la calle libreros y había empezado a deambular por calles menos transitadas por los turistas (aunque estaba igualmente vacía). Dobló la esquina, y sin darse cuenta tropezó con una bicicleta, que para evitar atropellarla giró el manillar y fué directa a unos setos un poco más allá. El conductor era un joven que tendría aproximadamente su misma edad, de pelo color castaño oscuro que llevaba lo suficientemente largo como para darle un look despreocupado por el mundo. La bicicleta estaba repleta de bultos, por lo que Rose supuso que el chico era  repartidor.

-Discúlpame, iba un poco ida y no me he dado cuenta. ¿te he hecho daño?-preguntó Rose mientras lo ayudaba a levantarse del suelo.
-No, no te preocupes mujer. yo también iba un poco a mi bola- añadió él, mientras recogía los paquetes de la bicicleta, que habían quedado esparcidos por el suelo y rezaba por que no estuviesen rotos.
-Espera, te ayudo. A fin de cuentas, a sido mi culpa
-No te preocupes, mujer si no tiene importancia
-Insisto
Añadió a la vez que se agachaba para coger la última caja. Sin embargo, él había realizado el mismo movimiento, y ambas cabezas chocaron. No se hicieron daño, pero en ese momento se miraron y ambos callaron. algo en los ojos de él le decía que era diferente. Algo en los ojos de ella, una luz. Un reflejo de años de soledad se marcó y él se quedó hay, perdido en tantos secretos que guardaban, en tantas cosas que esos ojos habían visto.

-Caray, cuidado. hoy sales de aquí lisiado por mi culpa, ¿eh?- Comentó Rose, rompiendo el silencio y haciéndolo bajar a la tierra de nuevo.
-huy, espero que no. Una nueva fractura y mi jefe me echa- Rió él
-Espero que no, me sentiría muy avergonzada si perdieses tu trabajo por mi culpa
-No te preocupes, creo... que no me he roto nada. ¿Tú estás bien?
-Si. Tengo la cabeza dura... un golpecito tan tonto no es un gran problema.
-Me alegro. Oye ¿De dónde eres? No tienes pinta de ser de aquí
-Oh, pues... no la verdad es que no. Vengo de un pueblo del sur. No lo conocerías. Llegué aquí hace unas semanas.
-Entiendo. Pues señorita... el chico de los recados debe partir. Espero que podamos vernos algún día de nuevo señorita. si te doliera la cabeza, no dudes en contactar conmigo.
-¿Cómo? No sé tu nombre, ni tu número....-Dijo entre risas
-Eso es fácil de arreglar. Veo que llevas una libreta-Urga en sus bolsillos en busca de algo- Y yo pongo el lápiz. ¿Me permites?- Le dijo, mientras cogía de las manos de Rose la libreta verde y dorada de la que se había enamorado el mismo día que pisó aquella ciudad. ¿Quién le diría a ella que la iba a estrenar así? Pensaba escribir lo difícil que estaba siendo adaptarse a una gran ciudad como aquella. Algo así como el diario de una joven escrito en tercera persona. Algo real, algo que recogiese ese duro momento de su vida. Sin embargo, un desconocido estaba escribiendo su teléfono ahora en su libreta.
-Ya está. Todo tuyo- Le dijo el joven, entregándole de nuevo la libreta cerrada.- Debo irme ya. Encantado de conocerte- Le dijo, guiñándole un ojo a la vez que montaba de nuevo en su bicicleta. Ella no se movió. Casi no respiró. Estaba extrañada ante lo extraño que había sido todo.

 La bicicleta giró hacia la derecha, justo por dónde venía Rose. Ella iba hacia arriba, justo de donde venía él para tomar el metro de la plaza de Santo Domingo. Tras darse unos segundos, reemprendió el  camino  hasta la parada del metro que la llevaría hasta Palas del Rey.

jueves, 28 de marzo de 2013

Prólogo-La libreta

Suena el despertador marcando la nueva jornada. Es a 15 de Septiembre y son las nueve de la mañana. Los ojos se separan sin demasiado entusiasmo, recordando el día que es... la temida por unos y la esperada por otros vuelta a la rutina .Sin embargo, esta vez no sería igual. 

 Como es lógico, en ese momento no fue consciente de la importancia que tendría esa fecha para ella, ya que (creía)sólo estaba dejando atrás su infancia. "No es nada raro" pensó. "miles de jóvenes cambian hoy también. No es algo nuevo. La  gente cambia, y tiene que amoldarse. Ésto es un paso más: hoy dejo de ser una niña para ser una adolescente". Sin embargo, no creía que ese extraño sentimiento que sentía fuese normal. No eran nervios, ni añoranza a su antiguo colegio. No. Era algo más. Algo que la llenaba por dentro.Ese "algo" era como un huracán que barriese de su cuerpo su vida anterior y dejase terreno libre a su presente. Su todo y su nada. su ayer y su hoy. 

Asumidos todos los cambios que supondría ese algo suyo, pensó que era hora de  levantarse de la cama.Lentamente, baja las escaleras sumida en profundas reflexiones sobre su "algo".Era raro. Se sentía como siempre.Después del interminable verano, volvía a la escuela. Pero también se sentía distinta. Sentía que su vida daría un gran cambio para convertirse en otra persona muy diferente de la que aquel 15 de Septiembre se levantaba de la cama.

Esa mañana, todos los institutos abrían sus puertas a millares de adolescentes con miles de historias y amores de verano que contar a sus amigos. Por no contar con todos aquellos que empezaban ese día una nueva etapa, que marcaría (como le sucedía a ella) su futuro. Ellos sí que sentían los nervios, las bullas y las prisas. Las ganas de conocer gente nueva y de cambiar de aires. Ésto es lo que ella habría sentido, si su "algo" no la hubiese tenido bloqueada.

Pensando en cómo sería estar en la nueva escuela, llego a la cocina. Su taza la esperaba sola en el fregadero.Se sirve  un vaso de leche bien fría y sin saber como, su  mente se aleja del primer día en el nuevo instituto.¿cómo podía ser en esta nueva etapa de su vida? Ejemplar, modesta, rebelde, una chica mala o quizá una chica buena... "Está claro que seré la chica rara" piensa. Sin embargo, ¿porqué no soñar con ser la chica popular? Sabía que eso no ocurriría, pero tampoco lo necesitaba. Siempre había encajado poco en clase, y ésta vez no sería diferente.

Recoge suavemente las migas de pan tras desayunar, y friega su taza con cuidado. Tras dejarla reposando de nuevo en su sitio, mira el lugar correlativo, dónde otras dos tazas (una con unas mariposas violetas y otra con líneas azules) destacan luces violetas y azules al resto de la cocina. La suya, una de flores en llamativos rosas y naranjas suelta agua al fregadero y emite las mismas luces que las anteriores. Las hicieron ellos mismos, con unos colores extraños que no permitían usar el lavavajillas, por eso estaban allí. Las decoraron ella y su madre, Victoria. En esos momentos, ella estaba trabajando... igual que su padre, quien construyó la estantería sobre la que reposaban las tazas. Ella es abogada. Él, vende casas en el centro de la ciudad.Ambos apuestan alto por su pequeña,por eso la envían a un instituto de gran prestigio y rígidas normas.

 Lejos de disgustarse por los planes que tienen para ella, le reconforta saber que tiene un lugar predestinado en el mundo y que tarde o temprano ocupará mi lugar. Por aquel entonces, nunca pensó que su futuro estaría tan lejos de lo que ellos habían pensado.

 Mira el reloj. Las once. Debería ir saliendo. Se acerca a su cuarto, mira por última vez el espejo revisando el uniforme y coge la carpeta y el boli que dejó preparados la noche anterior.

Nada más abrir la puerta de la casa, una suave brisa acaricia su cara y el sol llena sus ojos. Cierra fuerte los párpados para disfrutar de la sensación de libertad, pero recuerda el autobús y se vuelve para cerrar la puerta. Una vez cerrada, comienza a andar calle arriba hasta la parada del autobús. Mientras, su mente recobra el tema del instituto. Se ve a mí misma como una de las chicas populares del nuevo instituto, con todos los chicos detrás. La envidia del barrio y...por la esquina de la calle, aparece el autobús recordándole que aún no ha llegado al instituto, y que no es una chica popular.

Corre hasta la parada y rebusca en la carpeta para encontrar el pequeño monedero que contiene el dinero suficiente para los viajes de ida y de vuelta. No hace nada más que encontrarlo, cuando el autobús para justo delante. Las ancianas que esperaban sentadas en la misma parada, empiezan a presionar la espalda para que suba y una vez dentro, un señor mayor (de unos cincuenta años) le ofrece el tique. Tiene el pelo entrecano y los ojos cansados, pero una gran sonrisa le ilumina el rostro. Se acerco a su mostrador, y  recoje el billete entregándole a cambio las monedas justas.

Mientras el hombre del autobús sigue entregando bonos y recibiendo dinero, busca un asiento. Se decide por uno doble de ventana a mitad del pasillo en el que suelta la carpeta y se sienta. La última anciana paga su billete, y el autobús arranca.

Sacó del bolsillo los auriculares, y los conectó al mp3. Dos paradas después, una gran cantidad de  gente entró en el autobús. Con los ojos marrones de la chica fijos en la puerta, el traqueteo cesa y la gente comienza a subir. Todos los sitios que quedan están ocupados, salvo el que está al lado de ella. Sin embargo, la primera chica en entrar se coloca al fondo, en la parte de pasajeros a pie. Lo mismo hace otra chica que la sigue, ambas con uniformes iguales al suyo. Una tercera persona paga su billete y se encamina por el estrecho pasillo. Decide sentarse en el asiento libre que queda: el que está al lado de ella.

No era sólo una persona, no era un hombre o una mujer normal. Era una chica joven, tendría unos veinte, y llevaba el pelo recogido en una larga coleta. Tenía la piel ligeramente bronceada, típico tras el verano de la zona sur de Europa. Sin embargo, lo que más llamaba su atención eran sus ojos. No eran de un color verde o azul que llamarían la atención por sí mismos. No. Eran marrones. Sin embargo, no era el color lo que los diferenciaba del resto de ojos del resto de los pasajeros, sino todo lo que expresaban. Eran grandes y la primera mirada que  dirigieron esos enormes ojos castaños a Aria intimidó más que cualquier bronca que sus padres le hubiesen echado en su vida.

-¿Puedo sentarme?- preguntó
-Si, claro-contestó Aria mientras se quitaba los auriculares de repente, recordando unas palabras de su madre: "es de mala educación estar junto a alguien con los auriculares puestos". La Muchacha le mira y sonríe. Aria se sorprende y se pone nerviosa.
-¿Estás bien?- pregunta
-Si, claro. Es que... es mi primer viaje sola, y...
La chica sonríe- te entiendo. ¿Estás nerviosa?
-Un poco- contesta ella -pero no sé si es por el autobús o por el instituto.
Ella repara por primera vez en mi uniforme -Ah, claro... hoy es el primer día de instituto,¿no? ¿qué curso empiezas?
- Hoy empiezo en el instituto.
- El instituto.... aún recuerdo mi primer día de instituto, aunque no fue hace mucho. Recuerdo que fue horrible. Tantos profesores, compañeros nuevos.... Es como una nueva etapa de la vida, ¿sabes?Aunque, no creo que para todos fuese tan traumático como para mí.
- ¿Tú estabas nerviosa? Pero, si con una mirada tuya todos  saldrían corriendo-se le escapa. Sin embargo, la chica de los ojos grandes ríe la gracia
- ¿Te he dado miedo al mirarte? lo siento mucho, no era mi intención - ríe - ¿Sabes? me recuerdas a mí con tu edad... Espera un momento, creo que... tengo algo para ti- empieza a rebuscar en su bolso, mientras Aria se siente estúpida y asustada - ¡ah, aquí esta! ten, esto es para ti - le tiende un libro no muy grande, con las pastas doradas y una especie de enganches color verdes - Esto, es algo que oculta grandes secretos. Cuando yo tenía tu edad,la usaba para apuntar cualquier cosa que se me ocurría. Pero también puede que ella te muestre algo.Sin embargo, necesitarás hacerla tuya antes de que te sea de alguna utilidad ya que es... digamos... inteligente y no conseguirás abrirla a no ser que ella te muestre su interior. La verdad, es que fue mi salvación durante el instituto- Al terminar de hablar, sus ojos no eran los mismos que los intimidantes ojos del principio. Eran los ojos de una niña pequeña a la que su sueño aparecía frente a sí. Sin embargo, Alguien como Aria nunca se abría dado cuenta.
- ¿tu salvación? - pregunta la pequeña
- Si - Mientras hablaba, sus inmensos ojos oscuros se tornaron tristes, melancólicos y vacíos. Ya no mostraban ese halo infantil, sino que el sueño parecía haberse tornado en pesadilla - Sin esa libreta, mi vida en el instituto podría haber sido un auténtico desastre. Verás, yo nunca fui una chica normal y corriente. Y con tu edad digamos.... que no estaba para lo mismo que el resto de mis compañeras. Y hoy... he visto en ti ese algo que tú, al igual que yo, tenemos - poco a poco, sus ojos fueron llenándose de nuevo de aquella especie de "luz" que daba a sus ojos ese velo tan estremecedor.
- ¿Estás diciendo... que crees que yo soy como tú?
- No, nada de eso. -y añade, señalando al cuaderno dorado -  Ésto no es más que un obsequio. Un regalo para que tú saques provecho a aquello que yo viví y para que escribes todo aquello que deseas.¿entiendes lo que quiero decir? Aprovéchalo, pero no vivas por y para él. Recuerdalo, pequeña: la vida sigue y no podemos estancarnos porque entonces, el mundo nos come y quedamos sumergidos en un mar de soledad y dolor. La vida hay que vivirla, y para vivir hay que ser feliz. Prométeme que lo recordarás cuando ésto se abra a ti

Justo cuando Aria iba a responder, el autobús se detuvo. La gente se aplomó en la puerta trasera del autobús y apenas sí dejaban salir.

- Me tengo que ir ya. Úsalo bien... Por favor
Sonrió -lo intentaré, pero yo... creo que no lo he entendido todo

Sin embargo, ella ya estaba en el fondo del autobús. Se vuelve y dirige una última mirada a la otra chica de los ojos marrones. En sus ojos , una advertencia, una sugerencia o una súplica "Cuídate" lee la chica. Intenta ponerse en pie para alcanzarla, pero justo entonces sale del autobús, y este cierra las puertas de golpe. Para cuando alcanza el fondo del autobús, las puertas están cerradas, pero ella sigue en la acera. El autobús arranca, y ella se queda mirándola. Sus ojos clavados en los de la joven y los de ésta en los de la muchacha. Aria recobra un poco de cordura. Siente en sus manos ya no sólo la carpeta, sino también la libreta dorada que ella le ha regalado. El autobús gira la esquina, y los ojos de ambas que habían estado ligados desde que se habían conocido, se separaron.

La muchacha pasa el dedo por encima de las pastas, que tienen unos símbolos extraños en la portada y la contra portada. Además, la extraña pieza de metal verdoso entrelazado entre los centros de las dos pastas de la libreta engarza la zona de cierre. No parecía fácil de abrir, y no tenía cerradura. ¿Cómo iba a conseguir abrirla?

 El autobús vuelve a parar, y la puerta se abre. Un increíble instituto se ve en la distancia. Para aquél momento, parecía que el autobús estaba medio desértico. Las dos chicas con los uniformes que al principio estaban de pie y se habían sentado mientras ella intentaba llegar hasta la puerta. Para aquel entonces, bajaban las escaleras y ella las siguió. Nada más bajar el último escalón, una suave brisa de finales de verano mueve sus bucles tal y como había hecho al salir de su casa. Sin embargo, esta vez tampoco podía disfrutar la sensación ya que la calle estaba a rebosar de gente.

Los nervios se vuelven a apoderar de ella. El momento que toda la mañana había esperado, había llegado. La misteriosa chica del autobús había quedado relegada a una especie de sueño, a pesar de que aún mantenía firme la libreta en las manos.

 Las dos chicas del autobús charlaban tranquilas, pero al poco tiempo se separan con dos sonoros besos, encaminándose cada una hacia lugares distintos. La mayor de ellas, se dirige a un grupo de chicos y chicas, en el que un chico la recibe especialmente cariñoso. La otra, se vuelve hacia otro grupo, ésta vez sólo de chicas.

Yo, que había estado durante todo ese tiempo parada en medio de la calle, me decido a entrar por las verjas exteriores del instituto, dispuesta a conocer a mis nuevos compañeros y a mis profesores, habiendo olvidado del todo lo ocurrido en el autobús.

***

Unas  paradas del autobús atrás, una muchacha morena y con los ojos marrones observa un autobús alejarse. Momentos antes, había estado allí arriba, hablando con una chica de doce años que le recordaba a ella misma.

El autobús dobla la esquina, pero ella no deja de mirar el lugar por el que el autobús ha desaparecido.

- ¿La conoces? - pregunta una voz masculina a sus espaldas
- No - contesta -pero tú si, ¿verdad?
- Es posible....- Sonríe, pero ella no puede verlo, sigue con la vista fija
- Es como yo, ¿verdad?
Él se le acerca, pone su mano sobre el hombro de ella y le susurra al oído - ¿Tú crees? Dime, pequeña... ¿le has dado la libreta? ¿la ha aceptado? Entonces, el tiempo nos lo dirá. Si no....
- No sabe lo que le espera... - se vuelve hacia él y una lágrima se desliza por su mejilla- No lo sabe...
Él la abraza, intentando consolarla. Le hace levantar la barbilla y la besa
-Tranquila, pequeña. Al final, volverás a verla. Ya verás.

sábado, 23 de marzo de 2013

A los Blogueros...

Muy buenas a todos aquellos lectores anónimos.
 He decidido crear este blog para cumplir un sueño: escribir.Esto llegó como una sugerencia para que otros otras personas diesen su opinión sobre lo que escribo. Mi deseo no es la fama,sino que hago esto sólo porque me gusta y me gustaría saber qué opinan sobre lo que escribo. Se puede decir que soy como una "pequeña autora". Lo cierto, es que soy un poco lenta para esto de escribir, por lo que tardaré mi tiempo en escribir....
Bueno, para aquellos que deseen dar su opinión sobre lo que escribo, dejo una cuenta de twitter: @caliandra_ELDLP  una cuenta en facebook y otra en tuenti con el nombre de Buscadora de historias en las que podéis contactar conmigo para cualquier tipo de crítica (positiva o negativa). 
Bueno, supongo que alguien se preguntará sobre qué escribo. Esta historia, surgió a raíz de sucesos ocurridos en autobuses y decidí darles forma de libro. La historia ocurre al rededor de un autobús, ya que es dónde surgió y tiene a algunos personajes tan intrigantes como Rose o Dennis, tan astutos como Tristán o tan inocentes como Aria.
En fin, sólo me queda desear que os guste...