domingo, 27 de julio de 2014

La cita

Nada más abrir la puerta de casa, unos ladridos le recordaron que estaba de vuelta en casa. Había muchas cosas que echaba de menos de su tierra, pero lo que peor llevaba era el vivir en aquella caja de zapatos. echaba de menos su río, su cabaña, y su casa. Se había mudado a las afueras de Madrid a penas unas semanas atrás, y aún le costaba dormir.
Se había mudado allí por razones de peso y contra su voluntad. Todo serían cambios, pero ella no quería cambios. Así que decidió en vez de quejarse una y otra vez tomaría aquel cambio y le daría una vuelta de hoja. Escribiría cómo se sentía desde los ojos de otra persona. No sabía si se sentiría mejor  o no, pero la idea le gustaba. Y ahora que tenía el material perfecto en el que escribir, más aún.
Sin embargo, nada más comprar la libreta que le serviría de diario, un desconocido la había profanado escribiendo su teléfono en ella. Llevaba todo el camino de vuelta a casa pensando en cómo disimularía un número de teléfono. de echo, no sabía cómo de grande sería el estropicio. Si lo había puesto en pequeñito y sin apretar demasiado el lápiz lo podría borrar.
Se dirigió a su habitación y se cambió para estar más cómoda. Cogió la libreta, y  se sentó en el sillón más cómodo, La abrió por la primera página, pero no había nada. Tampoco en la segunda, ni en la tercera. Dió una pasada rápida y lo encontró. Hacia mitad de la libreta, una hoja estaba escrita. No era un teléfono como esperaba, sino una nota:

Querida Recién conocida:
Sé que mi nombre es un misterio para ti y que quizá sentías curiosidad por saberlo. Por ahora, seré el chico de los recados.
Sé que debería dejar  mi teléfono aquí y quedar a expensas de que tú quisiera llamarme o no. Sin embargo, para que sientas curiosidad por volver a verme te propongo un juego: Ven mañana a verme a la puerta de Alcalá a las siete de la tarde y te llevarás una sorpresa cuando me veas. 
Espero verte allí. Atentamente:
El chico de los recados

El corazón se le encogió, las manos le temblaron. ¿Una cita? ¿Cómo lo iba a explicar en casa? ¿Iba a ir o iba a ignorar la petición? y la mayor pregunta... ¿A qué se debía aquel interés por ella?
Se sentó en una caja que aún no había sido desembalada preguntándose con quién podía hablar de aquello. Allí no conocía a nadie aún pero.... ¿y si no era alguien de allí sino alguien lejano? "Suerte que las nuevas tecnologías existen" pensó a la vez que se abalanzó sobre su teléfono móvil y whatsappear con su mejor amiga:

tía
no te vas a creer lo que me acaba de pasar
Porque cariño? 
Tan mal te va por los madriles??
SI
pero... me ha pasado algo
iba camino de casa y he chocado con un chico repartidor o algo así
y... mira
OH MADRE MÍA!!!!
Qué vas a hacer????!!!!!!!
No lo sé...
No creo que vaya
Qué voy a decirle?
tienes que ir 
diviértete un poco ahora que yo no estoy contigo
;P;P;P
Lo pensaré...

Tras hablar con Norma la mente de Rose bullía como las ollas de sopa de su abuela. No sabía qué iba a hacer con el misterioso chico de los recados. Enterró el rostro en la almohada para intentar pensar mejor, pero no podía pensar bien. Lo primero que debía reflexionar era si realmente quería volver a verlo, y se dió cuenta que algo en su interior la empujaba a  ir a verlo otra vez. Sentía una inmensa curiosidad por saber su nombre, por saber quién era, porqué la había mirado de aquella manera que sentía que la estremecía. 
Pasó la tarde haciéndose preguntas mientras colocaba sus libros y sus objetos más preciados en las estanterías. A eso de las ocho y media su madre llegó a casa cansada de trabajar
-Rose, ¿estás aquí hija?
-Siiiiii mamá!! estoy en mi cuarto
Para esa hora, ya había tomado una decisión: DEBÍA IR


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